miércoles, 20 de julio de 2011

Cassidy-Blackthorn encuentra su destino

Para los amantes de la épica las leyendas del oeste americano siempre son un referente vital. Suelen protagonizarlas tipos duros y solitarios. Vaqueros de almas torturadas, con un pasado oscuro y violento.

Sus nombres son universales (Billy el Niño, Jesse James, Butch Cassidy o Sundance Kid) gracias al cine y la TV. También a la maestría de directores como Ford, Hawks, Leone o Clint Eastwood, director de la imprescindible Sin Perdón/Unforgiven.

Los que crecimos en la década de 1980 recordamos con nostalgia al viejo trampero Zebulón "Zeb" Macahan, de La conquista del oeste, el dramón de Centennial  o el inefable sheriff McCloud por las calles de NYC, un western moderno.

Por eso hay una generación (o dos) de españoles que no deberían perderse la excelente película Blackthorn. Sin destino que acaba de estrenarse. Dirigida por Mateo Gil, es una singular continuación del clásico de los 70 protagonizado por Robert Redford y Paul Newman Dos hombres y un destino.  

Si aquella aventura sobre Butch Cassidy y Sundance Kid terminaba con un plano congelado de los vaqueros a punto de morir en Bolivia, esta nueva película sobre los míticos ladrones profundiza en la vieja teoría de que sólo uno de ellos falleció. El otro, protagonizado por un Sam Shepard extraordinario, habría vivido dos décadas en el altiplano con una falsa identidad. Como secundario de lujo tiene a un Eduardo Noriega brillante (quizá en su mejor papel de los últimos tiempos), que interpreta a un ingeniero español en las minas bolivianas. Ambos personajes son creíbles y su huída actualiza el viejo romanticismo de los perdedores.

La historia es sencilla y poderosa, arropada por unos escenarios increíbles (desierto, altiplano) en los que brilla su director de fotografía, Juan Ruíz Anchía. En el guión de Miguel Barros hay sitio para casi todo: la mentira, el engaño, el humor, la bondad humana o la venganza. Pero lo más importante, una moral basada en la lealtad y la justicia humana

100 minutos del cine de antes. Cine del bueno. Una película para disfrutar.


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