martes, 22 de julio de 2008

Lunáticos

Dice el cantar de romería que hay un gallego en la Luna, cosa que confirman en Valencia porque están seguros de que la Luna es suya. Lo que nadie sabía es que eso de “Vivir en la Luna” va a tener un sentido literal. Como lo oye.

Resulta que un empresario astuto ha visto un filón en la venta de parcelas del satélite blanco. El ocurrente pájaro, que se llama Daniel Yaron, ha puesto las finquitas lunares al alcance de todas las fortunas y por unos humildes 60 US$ te llevas 500 m2.

En los anuncios de la empresa (www.crazythings.com.il) no se aclara si los terrenos tienen vistas al Mar de la Tranquilidad -por cierto, descubierto y bautizado por un jesuita astrónomo- o cuentan con cráter particular –que van de miedo para las barbacoas familiares–.

La publicidad tampoco precisa si pueden llegar los de la NASA y aparcar su nave en tu jardín, pero lo que sí ha quedado claro son otras cosas. Por ejemplo, en la Luna el Impuesto de Bienes Inmuebles está por los suelos y hay un silencio monástico, pero de monasterio preconciliar. El servicio de autobuses, sin embargo, es deficiente y como la parcela te toque en la cara oculta olvídate de tomar el sol.

Superado el primer momento de estupor, a uno le entra la risa floja cuando oye semejantes jaimitadas. Con todo –debo confesarlo– hay un dato en esta historia que no me cuadra, un detallito minúsculo que me hace dudar. Si no fuera por esa minucia me reiría con ganas y lágrimas en los ojos, pero… ¡resulta que el promotor inmobiliario es judío! Y eso, amigo mío, son palabras mayores. Si un judío gasta su dinero en esta ocurrencia es que algo hay.

Digo más. Los primeros 1.000 compradores de los lotes lunares también fueron judíos y todos disponen ya de un certificado de compra con su correspondiente mapa fotográfico del terreno adquirido. Asegura la prensa israelí que el 10% del terreno selenita pertenece ya a los hebreos, así que ya vaticino que la Jerusalén celeste va a tener sede lunar, con su réplica de la tumba del Rey David y la explanada del Templo libre ya de las mezquitas musulmanas. ¡Qué punta le va a sacar Woody Allen a la historia!

Los vendedores, a estas horas famosos en todo el mundo, ofrecían casi 400.000 m2 a precio de saldo y los agradecidos clientes han aprovechado la ganga. Hasta tal punto que ya no quedan terrenos de los buenos, que son los que tienen a la Tierra como horizonte. El motivo del aluvión comprador es que en 2020 habrá en la Luna una base espacial permanente de los EE.UU. y algunos ya quieren especular con el suelo. Yo me lo creo y, si cierro los ojos, veo al inevitable McDonald’s con bolera anexa justo al lado del campamento lunar.

Lo más increíble de todo es que la venta parece ser legal. La única norma que regulaba estas cosas era un tratado de la ONU de 1967 sobre el Espacio Exterior. Ese convenio estableció que ningún gobierno podía reclamar la propiedad de la Luna, pero no dijo nada sobre empresas o individuos. Por esa razón un listillo -Dennis Hope- registró el satélite a su nombre en la década de los 70. Bueno, registró la Luna y, de paso, todos los planetas solares. En su momento se rieron de él, pero las carcajadas terminaron cuando vendió sus derechos de propiedad por 3 millones de euros.

Por si no tuviéramos suficiente con judíos y americanos, ahora llegan los chinos y añaden más zozobra. En Pekín, esos amigos de la libertad que son los comunistas amarillos, han prohibido la venta de propiedades porque “violan las leyes chinas sobre compraventas de satélites (¡!) y, además, alteran el orden social y económico”. Eso además.

Releo la información y me pregunto atónito ¿En qué país vivo yo que ha legislado el matrimonio de homosexuales y no me protege contra la especulación espacial? ¿En un país de lunáticos?

4 comentarios:

BILEHC dijo...

yo, si no hay campo de golf totalmente antiecológico y despilfarrador, no compro parcela.
Eso si, que me cambien el MacDonals, por un Mesón Ruta Gallega, que es lo que procede.

Isaías dijo...

Que entre que hagan planes por mi, como el de de mandarme a Madagascar o a Treblinka, y que los haga yo mismo, pues oye, que prefiero montármelo a mi aire y largarme voluntariamente a la Luna.

... y sin hay Mesón Ruta Gallega, ni te cuento, joder, ni te cuento.

Nacho Uría dijo...

Veré qué puedo hacer con lo del McDonalds. ¿Vale igual un Prada a Tope? ¿O mejor La Charola in the Moon?

Anónimo dijo...

Isaias tiene razón.